Las discrepancias entre la
propuesta aprobada y las que argumentó la oposición son numerosas. Trataré de
resumirlas. Por una parte el PSOE, a
través de su portavoz, Manuel Pazos, puso objeciones a la propuesta del PP, “porque no resuelve las
necesidades de Marín y es de poca capacidad…” y ‘carga las tintas’ sobre el beneficio
que obtendría la empresa que lo explote, “para quien está pensado el proyecto”,
añadió.
Por su parte
el BNG, según manifestó su concejala, Lucía Santos, alerta, -en esto coincide
con los socialistas- de que “la entrada
y salida del aparcamiento será justo frente al colegio de las monjas, y dará a
una calle muy transitada por peatones y niños…”; y sugirió que la alternativa
al Parque Eguren (ubicación que el BNG defendía con anterioridad) es ubicar el
parking en una parcela situada en el Camiño de A Dichosa (inmediaciones de A
Costa), una solución calificada por el portavoz del grupo de Gobierno "como una ocurrencia de última
hora con la que se quiere justificar la negativas a nuestras propuestas…”.
No es de extrañar pues que una obra de tanta envergadura suscite tantos
‘pros’, de quien la propone’ y tantos ‘contras’ de quien a ella se opone. Ahora
bien, lo que si hay que decir, al margen de toda polémica, es que Marín necesita
un aparcamiento subterráneo con el que resolver de manera definitiva el
demostrado problema que padecen propios y visitantes a la hora de buscar donde
aparcar sus vehículos, sea explotado de forma directa por el Concello o por empresa
privada. Respecto de su ubicación, sería
aconsejable que cuanto más cerca del entorno urbano mejor. Ejemplos tenemos en
Pontevedra y Vigo, por citar dos ciudades cercanas, donde los parkings están enclavados
en el corazón de la ciudad y además son de pago.
El debate quedó servido. Ahora habrá que esperar al resultado del
estudio de viabilidad para contrastar si la propuesta del Grupo de Gobierno
(PP) es la idónea o habrá que corregirla como piden, cada quien por su lado,
PSOE y BNG. Lo que no cabe duda es que este tema se ha convertido ya en un
‘arma dialéctica electoral’.
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