Cuando una persona, que llega a los 90 años, ha
recibido a lo largo de su vida un reconocimiento especial por méritos logrados
en el aspecto profesional, deportivo, cultural, empresarial, etc. que lo han
hecho destacar de forma significativa entre la sociedad, y ésta lo admira y
convierte en un referente en un campo específico, merece el atributo, aunque
sea de manera simbólica, de ‘nonagenario de honor’.
Tal es el caso de Manuel Rosales Touza (Marín, 4 de agosto de 1935) al que hoy en su noventa cumpleaños dedico este espacio, y nada mejor que hacerlo repasando su vida y obra, y su trayectoria deportiva, en la que se inició como ciclista y posteriormente, y de manera especial, como atleta.
Su historia podría dar para cubrir, no una, sino varias planas de este rotativo, pero intentaré sintetizarla lo mejor posible, en dos entregas, empezando ésta primera por reseñar sus inicios como atleta ‘fondista’ y sus sucesivas participaciones en el maratón de la ciudad de los rascacielos (La Gran Manzana. EE. UU).
Nuestro ‘nonagenario de honor’ se iniciaba al deporte, a edad muy joven, a través del ciclismo al que ya se había entregado su padre. Como ciclista Manuel Rosales, “se mostró con igual acierto tanto en el ‘sprint’ como subiendo. Era de los mejores que había en Galicia, aunque, a pesar de haber hecho carreras muy buenas, no fue uno de los que haya destacado…”, como el mismo se sincera.
Después de una larga trayectoria como deportista de la bicicleta abandona el ‘pedaleo’ y decide irse a Alemania a trabajar, primero como como tornero. Ya entonces salía a correr a diario por las cercanías de donde vivía, hasta que enfermó –el origen de la enfermedad respiratoria se debía a trabajos realizados de chaval en el taller de su padre- lo que le llevó a regresar a su tierra, en donde, no por ello, renuncia a seguir dando caminatas porque era bueno para mejorar su salud.
Tal es el caso de Manuel Rosales Touza (Marín, 4 de agosto de 1935) al que hoy en su noventa cumpleaños dedico este espacio, y nada mejor que hacerlo repasando su vida y obra, y su trayectoria deportiva, en la que se inició como ciclista y posteriormente, y de manera especial, como atleta.
Su historia podría dar para cubrir, no una, sino varias planas de este rotativo, pero intentaré sintetizarla lo mejor posible, en dos entregas, empezando ésta primera por reseñar sus inicios como atleta ‘fondista’ y sus sucesivas participaciones en el maratón de la ciudad de los rascacielos (La Gran Manzana. EE. UU).
Nuestro ‘nonagenario de honor’ se iniciaba al deporte, a edad muy joven, a través del ciclismo al que ya se había entregado su padre. Como ciclista Manuel Rosales, “se mostró con igual acierto tanto en el ‘sprint’ como subiendo. Era de los mejores que había en Galicia, aunque, a pesar de haber hecho carreras muy buenas, no fue uno de los que haya destacado…”, como el mismo se sincera.
Después de una larga trayectoria como deportista de la bicicleta abandona el ‘pedaleo’ y decide irse a Alemania a trabajar, primero como como tornero. Ya entonces salía a correr a diario por las cercanías de donde vivía, hasta que enfermó –el origen de la enfermedad respiratoria se debía a trabajos realizados de chaval en el taller de su padre- lo que le llevó a regresar a su tierra, en donde, no por ello, renuncia a seguir dando caminatas porque era bueno para mejorar su salud.
En
su iniciada faceta como aficionado a correr –estamos ya en los años ochenta-
contacta con el entrenador nacional de Atletismo, el marinense Carlos Landín
quien nada más comenzar a entrenarlo ya opinaba así de su esfuerzo y
dedicación: “Rosales era muy especial. Le gustaba hacer largas tiradas por el
terreno ‘rompepiernas’ del Lago de Castiñeiras. Era incansable… Sin duda es el
prototipo de fondista muy sufrido. Lo daba todo…” (Vida Atlética de Galicia. Emilio
Navaza. 2022)
De sus numerosos éxitos obligado es reseñar como a sus 51 años debutaba, en el maratón de Nueva York, el más importante del mundo, y aunque en aquel año (1986) no consiguió subir al podio, sí lo haría en siguientes ocasiones en que acudió a la neoyorkina carrera de la que se haría un habitual consiguiendo ser campeón en ocho ocasiones “convirtiéndose no solo en un veterano atleta reconocido y admirado sino además en un mito…” Más en próxima entrega.
De sus numerosos éxitos obligado es reseñar como a sus 51 años debutaba, en el maratón de Nueva York, el más importante del mundo, y aunque en aquel año (1986) no consiguió subir al podio, sí lo haría en siguientes ocasiones en que acudió a la neoyorkina carrera de la que se haría un habitual consiguiendo ser campeón en ocho ocasiones “convirtiéndose no solo en un veterano atleta reconocido y admirado sino además en un mito…” Más en próxima entrega.
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