Pero, a mí al menos, ni el alumbrado tan espectacular, ni
las actividades de ocio como las de ahora, me impiden traer al recuerdo como
era aquella Navidad de mi infancia, tan distinta y lejana, y perdón por la
nostalgia: era más sencilla, más familiar, menos mercantilizada, más
ilusionante y más alegre…
Sinceramente pienso que en esto de la Navidad “cualquier
tiempo pasado fue mejor”, que diría uno de nuestros mejores literatos, Jorge
Marique.
Son muchas la reflexiones que distintos sociólogos y antropólogos vienen realizando sobre el como la ‘’modernidad’ ha trastocado la celebración de muchas tradiciones que las ponen en peligro de desaparición. Y como en el caso que nos ocupa, no cabe duda de que en la actualidad es difícil no cuestionar que se está perdiendo el espíritu navideño. De ahí que lo mejor que podemos pedir es que con el paso de los años, esta fecha tan importante para nuestra sociedad no se convierta en una festividad cualquiera.
Para terminar hago mío el deseo que la reconocida antropóloga, periodista y escritora Mercedes Unzeta Gullón (Madrid 1952), traslada a la sociedad en uno de sus artículos sobre la Navidad: “Que mis nietos, y todos los nietos de todos los abuelos, puedan guardar en su memoria un cierto aroma de aquel espíritu navideño tan familiar, amoroso y positivo… Que la resonancia navideña no consista solamente en las miles de bombillas del adorno de las ciudades (que deslumbran y ocultan las demasiadas negruras), sino también en un sentimiento de armonía, de cordialidad, empatía y honestidad. Un poquito del verdadero Espíritu de la Navidad. Que no se pierda.” ¡O tempora, o mores! (¡Que tiempos, que costumbres¡)
Para finalizar en vío desde este espacio mis mejores
deseos de salud y felicidad para todos/as en estas fiestas navideñas y un mejor
y próspero año 2024.
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