lunes, 9 de septiembre de 2024

MARÍN. EMOCIONES Y CONFESIONES DE UNA NIÑA QUE SOÑÓ EN SER ACTRIZ. POR MAYKA BRAÑA ALONSO

Ángel García Carragal fue una de las primeras (y pocas) personas que confió en mí. La oportunidad llegó. Tarde, pero llegó, cuando ya casi me planteaba dejar de intentarlo. Y entonces nunca olvidé que Ángel me había hecho mi primera entrevista en su periódico local Portocelo. Él pensó que aquella joven llena de sueños merecía un hueco entre sus líneas. Por eso hace unos días, cuando mi primer proyecto como coproductora estaba nominado en el John Balan Fest de Marín, una de mis primeras llamadas de emoción compartida fue a Ángel.” (Mayka Braña Alonso)

Foto: CM

Ser adolescente en los 80, y en Marín, no fue lo más fácil para una persona que quiso ser actriz desde su primera obra de teatro en el Colegio La Inmaculada. Desde aquel momento supe que quería vivir muchas vidas transmitiendo distintas emociones a todas las personas que me permitiesen acompañarlas a través de una pantalla.
Porque eso es interpretar personajes: acompañar, entretener, desnudar el alma y servir al público. De alguna manera formamos parte de sus vidas. Porque les hacemos sentir. Y de eso va la vida.
De emocionarse. Mucha gente me habla por la calle desde la certeza de que me conocen, de que soy familiar. Me aconsejan lo que debo hacer, me recriminan lo que no les parece bien. Pero hay una cosa en común: el brillo en sus ojos, la emoción.
Los actores tenemos muchísima suerte, pero también cierta responsabilidad. Cuando estoy rodando me exijo el 150% y aseguro que no es por mí, es por dar al público lo que espera, es por no fallarles. Si un día les fallo, debería pensar en retirarme. Para mí los espectadores son lo más importante del mundo. Vivimos por y para ellos. No entiendo mi profesión de otra manera. Y para no fallar hay que estar muy preparado y no dejar de entrenar nunca.
Hacerlo desde siempre no fue una tarea fácil. Ésto no era el Madrid de aquella época, ni tenía cursos o castings en ese móvil que ahora me los proporciona sin moverme de mi casa. Fue un sacrificio constante, suplicaba oportunidades que no llegaban. Después tabajé en una oficina para pagar mis facturas, era muy infeliz. Cogía un tren de noche porque no podía pagar un hotel, trabajaba todo el día en algún rodaje para poder observar y aprender mucho de los que sabían, y volvía en otro tren nocturno. Así solo pedía un día en la oficina. El resto, hasta hoy, es historia. 
Es muy difícil la tarea del Jurado en un Festival, hay demasiadas cuestiones a tener en cuenta. Y es un trabajo que valoro mucho. Pero nosotras llevamos el premio más difícil de todos: el del público. Que te aprecien en tu pueblo, que se acerquen a Briz para ver tu trabajo y que se tomen la molestia de escanear un código QR para acceder a las votaciones... no tiene precio. Y sentir el calorcito y el orgullo de las gentes que saben que llevo Marín como bandera por todo el mundo, que soy marinense de sangre y corazón... no tiene precio.

Foto: JLGP


Recoger ese premio en nombre de las 3 actrices que hemos creado el cortometraje "¿Quién quiere ser normal?" fue abrazar a la niña débil que soñó fuerte. A esa niña diferente, miedosa, incomprendida, que se puso tantas corazas. Por eso lloré. Fue nuestra primera nominación y nuestro primer premio. Espero que este cortometraje nos dé muchas alegrías pero, pase lo que pase, Marín habrá sido el primero de mi vida. ¿Se puede pedir más?
Y qué decir de la nominación a mejor actriz!! (bueno, en este caso a "mejor actuación" porque estábamos juntos actores y actrices).
Pues no tengo palabras. Llevo 20 años trabajando y más de 600 capítulos a mis espaldas (entre otros proyectos). Es un buen currículum. Pero nunca he estado nominada.
Nunca, en nada. Es cierto que soy una afortunada por vivir de lo que me apasiona, conozco a demasiados actores y actrices que no pueden. Pero también es cierto que un empujoncito que reconozca tu trayectoria, es de agradecer en esta vida. Y ya lo acabo de tener. Y se queda en mi corazoncito para siempre.

Me preguntan si prefiero producir o interpretar. No hay ninguna duda! Yo seré actriz hasta el día que me muera. Pero también soy muy inquieta. Producir ha sido toda una experiencia, profesional y también vital, con sus cuestiones buenas y malas. Pero puedo decir que aprendí, muchísimo. Y ahora también puedo decir que quiero vivir la experiencia de dirigir un proyecto.
Sí, dirigir. Llevo años observando con lupa a mis directoras y directores. Así que puede que nos veamos más veces en el John Balan Fest. Porque la niña que vive en mí no dejará de soñar nunca.

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