Las festividades de Todos los
Santos y Difuntos son días en los que los cementerios se llenan de gente que
acude a honrar a sus seres queridos. Estos 'santos' lugares son un importante enlace con la historia local por
eso es recomendable conocer su origen pues 'no
conoce realmente a su pueblo quien no ha visitado su cementerio'.
El cementerio de Marín guarda tras de sí, como la mayoría, una importante
historia que comienza con un primer 'camposanto' al lado de la iglesia parroquial erigida por los monjes de
Oseira, -donde hoy existe una plazuela (calle Real) con un cruceiro y una fuente-,
que a principios del siglo XIX y por acuerdo municipal hubo de ser trasladado a
terrenos lindantes con la carretera de Pontevedra
a Cangas con puerta de entrada enfrente de la calle de A Roda, en terrenos que
hoy ocupa el Parque Eguren', según nos lo describe Manuel Cendán en su libro 'Marín en las tarjetas postales
antiguas'.
En 1893 se aprueba el proyecto que constará de capilla (sería trasladada aquí la mandada construir en 1859 por el abad de Osera), sala de depósitos, autopsia y osario. En base a lo acordado se contratan las obras y el contratista Manuel Torres Amoedo las finaliza en 1900. Tras su recepción por el alcalde Narciso Estévez Rodríguez es inaugurado un año después, concretamente el 29 de mayo de 1901, siendo 'bautizado' por el párroco de la época como Cementerio de las feligresías de Marín y San Xulián, que es el que conocemos hoy en día como 'o cementerio da Raña'.
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