viernes, 20 de agosto de 2021

MARÍN. MARTA RIBADA ABILLEIRA, LA PAZ DE UN ANGEL. POR JULIÁN RODRIGUEZ MENÉNDEZ (DP)

Foto DP

Como una mariposa te has marchado, en silencio, sin decirnos nada, como si de un viaje a escondidas se tratase para no preocupar a tus padres. Lo triste es que esa escapada no tiene retorno. Marta, con esa cara de ángel, con esos ojos azules y pelo rubio, ¿por qué nos has dejado?
Nunca tendremos respuesta a esa pregunta que siempre nos hacemos cuando una persona querida se nos va. Ni tampoco lo entenderemos aunque, dependiendo de la edad del ser querido, lo podamos asumir con más o menos resignación. Tu marcha, sin embargo, jamás la comprenderemos.
Te has ido con tan solo 14 años, sin disfrutar de esa juventud que irradiaba tu cara, cuando querías volar por ti misma y cuando empezabas a decir a tus padres, Luis Miguel y Virginia, que te dejasen salir con tus amigos. ¿Por qué la vida es tan dura? ¿Por qué esa terrible enfermedad te ha separado de nosotros?
En la vida, hay cosas incomprensibles, que jamás se entienden y ésta es una de ellas. Enrabietarse, maldecir, resignarse… Ninguna de esas tres palabras me sirve para dar sentido a la muerte y encontrar alivio a la gran pena que provoca la marcha de un tesoro como tú eras. «Son las cosas incomprensibles que tiene la vida», me decía un amigo cuando supo la triste noticia e intentaba darme ánimos.
Dos años de dura e incansable lucha.
Han transcurrido más de dos años de dura lucha contra la enfermedad que no respeta a niños, adolescentes, jóvenes o mayores. El hospital Clínico de Santiago ha sido, durante este tiempo, la casa donde tenías que acudir, cada vez más asiduamente. Tu doctor, Manuel Fernández Sanmartín, y su maravilloso equipo han puesto todo su empeño y conocimiento en lograrlo. Pero, desgraciadamente, formas parte de ese porcentaje de casos que pierden la batalla contra la maldita enfermedad.
No ha podido ser. Esa esperanza que tus padres, hermanos, abuelos, tíos y primos siempre tuvimos, de pronto, se vio truncada la madrugada del 16 de agosto cuando, cansada de luchar, decidiste ir a reunirte con tu abuelo Luis Ribada. Una gran persona a quien tuve la enorme suerte de conocer, disfrutar de su enorme bondad y gratitud. Nada era suyo. Al contrario, todo cuanto poseía, amaba compartirlo siempre con toda su familia.
Tu abuelo, ex jugador de la Selección Española, del Real Madrid, Pontevedra, Osasuna, entre otros, te estará contando ahora sus años de futbolista, corriendo siempre la banda izquierda por los terrenos de fútbol de Primera y Segunda División en los años 60.
En tu cuerpo, llevabas parte de esa garra que Ribada tenía en el campo por lo deportista que fuiste. 

El triatleta Javier Gómez Noya, cinco veces campeón del mundo y medalla de plata en las Olimpiadas de Londres, te rindió un homenaje en 2019 con un vídeo infundiéndote ánimo en tu recuperación.

Te regaló además la medalla de bronce que consiguió en el campeonato del mundo celebrado ese mismo año en Pontevedra. Un maravilloso gesto que le honra a Gómez Noya para una deportista como tú. Eras culé como tu padre y abuela, María del Carmen Rey, pero ante todo, futbolista, y cuanto tuviera que ver con el deporte.
El consuelo que nos queda es que te has reunido con quien más puede quererte y protegerte. Tu guardián y protector. Porque nosotros, tristemente, ya no podemos disfrutar de tu sonrisa, de tus enormes ojos y de esa alegría y serenidad que nos dabas.
Eras la mejor de las estudiantes del colegio Calasancio de Pontevedra. Decirte, Marta, que tus amigas y amigos de pupitre fueron a rendirte un gran homenaje de despedida. No pude presenciarlo pero me han contado que fue precioso a la vez que emotivo. Como también ha sido la despedida y la enorme muestra de cariño que te ha dedicado tu querido primo Alex, a quien siempre tú protegías y con quien tenías esa complicidad tan bonita.
"Nunca te olvidaré".
Que sepas que, excepcionalmente, Alex fue elegantemente vestido a decirte adiós, con su camisa, pantalón de fiesta, y bien arreglado. Pidió a su madre, Rebeca, llevarte un ramo de flores, y te dejó una dedicatoria que habrás leído: Marta, nunca te olvidaré. ¿Acaso, puede un niño de 9 años dejar mejor mensaje a quien más ha querido?
El tanatorio de San Marcos, de Marín, estaba repleto de familiares y amigos que acompañaban a tus padres cuando, por sorpresa, apareció Alex. Ceremoniosamente, con la cabeza erguida, como un auténtico gladiador, subió los escasos peldaños que llevan a la Sala 1 donde te encontrabas y, delante de ti, Marta, puso ese hermoso ramo de flores que portaba con un sobre y la dedicatoria mencionada. El mejor homenaje que un gladiador puede rendir a su diosa en el Olimpo.
Por expreso deseo, pidió que su centro de flores blancas presidiera el resto de las numerosas coronas, centros y ramos que adornaban tu estancia de despedida. Han sido tantas las flores que te han llegado que hubo que habilitar una segunda sala para exponer el enorme jardín que se había formado a tu alrededor.
Tu despedida y sepelio en el Cementerio Municipal de A Raña fue de lo más emotivo y triste. Tus padres, Luis y Virginia, presidían la comitiva que, en profundo silencio, con los ojos vidriosos -sin poder contener los llantos contenidos de las gargantas-, marchábamos con paso lento, bajo un maravilloso día de sol en Pontevedra. No cabía más pena interna entre todos nosotros que la que una persona puede soportar por tu marcha.
Sobre la enorme vista que ofrece el cementerio de A Raña, con la preciosa ría de Pontevedra de fondo, descansas ahora después de esa dura, larga y triste enfermedad. Grandiosos eucaliptus presiden tu nueva casa y siempre te acompañarán. Las noches de viento moverán sus ramas y darán alivio a nuestra tristeza. La mítica isla de Tambo vigila tu paz.
Marta Ribada Abilleira (Marin) falleció el pasado 16 de agosto tras una dura enfermedad. Siempre estarás en nuestros corazones.

Fuente: Extraído del DP

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