Acto de entreda do diploma ao representante da familia Blanco Freijeiro
Antonio Blanco Freijeiro, como muy bien lo describe Carlos Valle en la semblanza con la que abrió las Xornadas Arqueolóxicas, es un ‘marinense universal’. Sin lugar a dudas. Y sería largo describir aquí los méritos que merecen tal elogio. Méritos conocidos y divulgados, aunque nunca lo suficiente, por quienes lo trataron y quienes lo estudiaron.
Como se resume en la propuesta del nombramiento promovida por el Club de Opinión PORTOCELO con la adhesión de diversas asociaciones culturales, son méritos incuestionables y así se consideraron para darle el honorífico titulo, “ennoblecer a Marín antepoñendo sempre o nome do seu pobo a súa recoñecida traxectoria académica e intelectual como antropólogo, arqueólogo, historiador e catedrático, ademáis de Membro da Real Academia da Historia”
De Antonio Blanco Freijeiro, marinense de ‘pro’ nacido -en la Casa de Baños- en Marín y fallecido -un edema pulmonar que ya lo venía acosando acabó con su vida- a los 67 años en Madrid (fue inhumado en el cementerio de la tierra que lo vio nacer donde reposan los restos mortales de sus padres, el pontevedrés Antonio Blanco Porto y la marinense Mercedes Freijeiro Veiga) tengo grabada en mi memoria una dedicatoria que me hizo personalmente cuando lo conocí. En nuestro encuentro, en casa de su hermana Ana María en Pontevedra, después de manifestarme el valor que le dio a aquel añorado periódico marinense, el Portocelo (editado bajo mi dirección), en el que se publicaban algunos de sus artículos, me dijo: “Gracias por darme a conocer en mi pueblo”. Aquella frase me enorgulleció y lo tomé como una muestra de la humildad que caracteriza a los sabios. (La humildad es la base de la sabiduría).
Aunque ejerció la investigación lejos de Marín y de Galicia, nunca se desvinculó de su tierra a donde acudía cada año. Y cuando no, se ponía en contacto con sus mejores amigos de juventud, entre ellos el profesor Isidoro Millán González Pardo y Alfredo García Alén, que lo ponían al día de las noticias y aconteceres de su pueblo natal y de la capital.
Termino con parte de las palabras, que hago mías, y que sus alumnos le dedicaron el día de su jubilación: “Antonio Blanco Freijeiro, muy en la línea de su personalidad gallega, siempre estuvo al servicio de la verdad histórica, del esfuerzo investigador, y de una vocación por la ciencia pura donde todo lucro personal queda totalmente al margen de la meta deseada.”
Por fín el marinense Antonio Blanco Frejeiro ‘xa é Fillo Predilecto’ de la tierra que lo vio nacer. Por fin ya se hizo justicia.
Publicado en
Diario de Pontevedra
13/12/2021 / Pag. 13
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