lunes, 22 de agosto de 2022

MARÍN. TAMBO, LEYENDAS PARA EL VERANO (II). POR ANGEL Gª. CARRAGAL


Continuando con los misterios y leyendas que rodean a la isla de Tambo hoy voy a referirme a “dos prodigiosos sucesos’, así definidos por los historiadores, del que son protagonistas el monje Gonzalo de Berceo y San Fructuoso, personajes ambos muy arraigados entre la cristiandad desde el medievo.

Antiguamente Tambo estaba unida a Punta Vixía a la altura de Chancelas por “una estrecha lengua de tierra por la que durante la bajamar se podía ir y regresar caminando a la isla sobre unas piedras…”  El monje y poeta medieval  Gonzalo de Berceo (1196-1264) hace referencia en su obra ‘Los milagros de Nuestra Señora’ a uno de los milagros allí acaecidos con motivo de la festividad del Arcángel San Miguel y cita que “los romeros que accedían a oír misa y a venerar la imagen del arcángel que había en la ermita levantada por el obispo  Autberto en el año 532 (al que ya me refería en anterior capitulo) aprovechaban la marea baja para acceder a pie a la isla, pero debían regresar antes de que subiese de nuevo la marea. En cierta ocasión una mujer se retrasó en su camino de vuelta siendo arrebatada por el mar. Fue gracias a la oración de los romeros que presenciaban aterrados el suceso que la desafortunada devota surgió de improviso de entre las olas y ya muy cerca de la orilla salvándose así de morir ahogada.” Un milagro que se atribuye a la intervención milagrosa de San Miguel.

Otro de los milagros que se recogen en las ‘crónicas’ de la isla es el que protagonizó el obispo San Fructuoso de Braga (en la imagen), natural del Bierzo-León, y al que se le atribuye ser fundador del Monasterio benedictino de Poio, quien hallándose embarcado a orillas de la isla sucedió que soltándose las amarras de la barca ésta era arrastrada por la fuente corriente del agua; por lo que el santo hubo de echarse a caminar sobre el mar hasta recuperarla volviendo a tierra ante la admiración de sus monjes que desde aquel momento ampliaron con mayor ardor su devoción a su maestro.

La difusión de aquellos milagros, unidos al de la aparición de San Miguel, fue corriendo de boca en boca atrayendo a Tambo multitud de peregrinos llegados de lejanos países que acudían a mostrar su devoción durante la romería anual que se celebraba en la fecha de la festividad del  santo arcángel.

Y dice la historia que “entre brumas de leyenda conserva Tambo un variado y rico tesoro de tradiciones que la hicieron durante siglos ser lugar de paz y oración popularizándose su santuario con el nombre de San Miguel ‘In Perículo Maris’ (‘en peligro del mar’) convirtiéndose en el centro de peregrinación de los cristianos, viniendo a completar la lista de apariciones del Arcángel, que según la leyenda, tuvieron lugar en Monte Gárgano (Italia), Tobeleine (Bretaña francesa) y en el castillo de Sant Angelo (Roma).

No hay comentarios:

Publicar un comentario