Los actos, que este año han sido asumidos ‘íntegra y
constitucionalmente’ por el Concello de Marín (hasta ahora lo venía haciendo
Ademar), además de evocar el histórico acontecimiento de la liberación sirve
también para exaltar la figura del citado Gago de Mendoza, al que en Marín se
le relaciona, creo yo, más como corsario –de hecho tiene su ya consolidada
‘Festa Corsaria’ que todos los años se celebra en pleno mes de agosto- que como
el militar que luchó contra las tropas francesas durante la Guerra de
Independencia.
“Durante los siglos XVIII y XIX Galicia un buen número de
comerciantes y armadores, contando con patente de corso del rey Carlos IV, se
convertían en ‘piratas autorizados’ para la captura de barcos mercantes
enemigos como una alternativa para generar ingresos con los que
‘apaciguar’ la crisis del comercio con las Colonias de Ultramar…” (‘Los
corsarios gallegos que aterrorizaron el Océano Atlántico’. Iván F. Amil).
Gago de Mendoza fue uno de aquellos armadores –era
propietario de los barcos ‘Peregrina Brillante’ y el ‘Carmen’- que se
beneficiaron de la real patente de corso convirtiéndose por sus hazañas -muy
leídas y contadas y por ello ya muy conocidas- en uno de los más relevantes
corsarios de Galicia. Pero el citado no fue el único y famoso corsario
marinense pues hubo otros anteriormente (Marín junto con Vigo fue durante los
años 1739-1748 una de las bases corsarias más importantes de Galicia) cuya
fama, aunque no ha trascendido tanto a nivel local, los hacen tan históricos y
famosos como al citado Gago de Mendoza. Me estoy refiriendo a Miguel Manuel
Santos Cambronero, cuya biografía vengo de localizar en el Diccionario
Bibliográfico de la Real Academia de la Historia).
De este capitán corsario gallego de Marín, cuyas fechas
de nacimiento concretas y muerte se desconocen (ocurrieron dentro del s.
XVIII), se hizo famoso por su participación en la Guerra del Asiento en la
que se enfrentaron en el Caribe las flotas y tropas del Reino de Gran Bretaña y
las del Imperio Español. Más que por sus éxitos –que fueron más bien escasos-
Santos Cambronero destacó por su osadía; y fue tal que en 1642 protagonizó un
enfrentamiento entre corsarios gallegos y seis navíos mercantes siendo herido
de gravedad. Su osadía tenía sus riegos pero eso no le
importaba. “Era tan proclive a la auto propaganda que daba de sí
mismo una imagen hiperbólica de heroicidad”, según lo describe el historiador
Vázquez Lijó.
De las proezas y otras aventuras corsarias del marinense Santos Cambronero les daré cuenta en una siguiente entrega. Y es que les digo de verdad, que vale la pena seguir la historia del ‘otro corsario de Marín’.
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