En los años veinte del siglo pasado el tranvía a vapor de Pontevedra-Marín (inaugurado en 1889) empezaba a quedar obsoleto por la cantidad de problemas que ocasionaba y el consiguiente perjuicio económico que suponía a la Sociedad de Accionistas fundada para su explotación. La insostenible situación aconsejaba la sustitución del ‘viejo tranvía a vapor’ como ya se venía haciendo en otros muchas ciudades. Fue en 1919 cuando la Sociedad‘Tranvía a Vapor Pontevedra-Marín’ comenzó a dar los primeros pasos para convertirlo en eléctrico, después de que un año antes desechasen la oferta de compra por parte de una empresa inglesa para la implantación de la línea eléctrica.
El proyecto denominado ‘Tranvía Eléctrico de Pontevedra a Marín’, redactado en 1920 por el ingeniero industrial Vicente Riestra, es presentado en ambos concellos donde lo aprueban favorablemente. Un año después es también aprobado por el Ministerio de Fomento señalándose la concesión a Teodisio Dominguez (ingeniero de la Diputación de Pontevedra). En el pliego de condiciones se obligaba, entre otros condicionantes, a que el nuevo tranvía debería contar con: “ocho coches para pasajeros, remolques plataforma para mercancías y carril de reparaciones, además del pago de un canon de peaje”.
No sería hasta abril de 1922 cuando se formalice la sociedad empresarial ‘Tranvía Eléctrico de Pontevedra, S. A. TEP (todavía recuerdo yo estas siglas pintadas en los ‘troles’ que vendrían años después) con un capital de dos millones de las antiguas pesetas. El Diario de Pontevedra se hacía eco de la suscripción pública de acciones y de la constitución del Consejo de Administración formado por ‘reconocidos personajes’ de Marín y Pontevedra, entre los que figuran, los pontevedreses, Teodosio Dominguez (concesionario), José y Raimundo Riestra, Estanislao Durán y Benito Corbal, y los marinenses, Juan Rocafort y Narciso Nores Salgado (fue alcalde de Marín en 1930), además del buenense Gaspar Massó Ferrer.
Cumplidos todos los trámites habidos y por haber la empresa se pone manos a la obra comenzando por adquirir maquinaria y material a una compañía francesa que promete el suministro, según lo describe la prensa del momento, de “unos coches de lujosa presentación provistos de teléfono”. Por su parte, en 1923, el Puerto de Marín recibe un buque, procedente de New York, con el cargamento del resto de materiales para las vías y complementos. Los trabajos de ejecución duraron algo más de un año y por fin el 18 de diciembre de 1924, según lo describen las hemerotecas, se inaugura el Tranvía Eléctrico haciendo el recorrido diario de Pontevedra a Marín desde las 06.00 hasta las 21.00h con una frecuencia de 24 minutos (más o menos lo que dura el trayecto en ‘bús’ en la actualidad). El precio del billete era de 40 céntimos.
El éxito del ‘eléctrico’ superó al de su antecesor, el de ‘vapor’ y funcionó a lo largo de poco menos de una veintena de años, concretamente hasta 1943 en que fue sustituido por los míticos ‘trolebuses’.
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