Uno de los platos que se demanda en mayor medida por propios y foráneos en nuestras tascas, bares y restaurantes, es el pulpo en los dos estilos más tradicionales: ‘a feira’ y ‘a gallega’. Aunque sencillo en su preparación, el pulpo también tiene su secreto o punto para conseguir un exquisito resultado a la hora de su degustación. Y de su preparación saben mucho - creo que no hay parte en el mundo que sepan prepararlo mejor- en Santa María de Arcos, parroquia del concello de O Carballiño. Y esto tiene su explicación:
La tradición escrita y oral nos cuenta que el pulpo llegó a esa zona como consecuencia del tributo que los pescadores marinenses pagaban a los monjes de Osera, cuyo dominio por mar llegaba hasta la ría de Pontevedra. La versión popular más extendida nos dice que “eran los arrieros quienes transportaban el pulpo desde la costa hasta el Monasterio de Oseira, cuyos monjes lo comercializaron y difundieron como alimento entre las gentes y labradores que trabajaban las tierras comprendidas dentro de su dominio” (‘La gran pulpada gallega’ de J. A. Fidalgo Santamarina. Editorial Ronsel).
Según nos dejó escrito José Filgueira Valverde, “la población de las tierras del Priorato de Marín pagaba sus rentas en especie, sobre todo, pescado. Empleaban como pago el pulpo seco por cuanto podían almacenarlo para hacer el pago, y por otro lado se trataba de una especie poco valorada. Al recibirse en Oseira mayor cantidad de este cefalópodo que la realmente necesaria para consumir, los monjes lo distribuyen entre los lugareños en forma de alimento, y los campesinos hicieron de un producto que no tenía valor, una comida y tradición”.
“Fue en Arcos, parroquia de O Carballiño (ubicado en dirección a Oseira) donde arraigó la tradición de la preparación del pulpo más que en ningún otro lugar de Galicia, a cuya labor se dedicaron desde muy antiguo las mujeres...”
Coinciden muchos historiadores en la hipótesis de que el Monasterio de Oseira difundió la costumbre del consumo del pulpo por las comarcas ourensanas debido a que “por ser propietaria Oseira -hasta mediados del siglo XIX- del Puerto de Marín, los monjes recibían el pulpo seco por cada 14 desembarcados. Como no lo daban consumido distribuían el sobrante entre los vecinos y así nació la popularidad del pulpo ‘a feira’. La presencia de este plato en romerías, mercados y toda clase de fiestas locales es una costumbre que aún se mantiene en la actualidad, mientras las gentes de O Carballiño sigue gozando de gran prestigio por la forma de como lo preparan. De ello da buena prueba la Feria do Pulpo, que se celebra todos los años en dicha localidad ourensana potenciada por el Monasterio de Oseira en la segunda mitad del siglo XVII en la que el pulpo en sus más diversas variedades ha estado siempre presente, siendo la que más pulpeiros y pulpeiras -que han mantenido la actividad hasta el momento actual- concentra.
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